Colima, Col. – El claxon de los automóviles que intentan esquivar los baches, el crujir de las llantas sobre el empedrado desmoronado y las quejas de los vecinos conforman la banda sonora diaria de la calle Ruta Maya, una vialidad estratégica que cruza las colonias El Yaqui, Rancho Blanco y Tabachines, y que hoy, más que una calle, parece una pista de obstáculos.

Durante más de un año, denuncian los residentes, la calle ha permanecido en un estado lamentable, con baches que aumentan tras cada lluvia, sin que los ayuntamientos de Colima y Villa de Álvarez se responsabilicen de su rehabilitación. Esta falta de atención ha generado no solo molestia, sino también un sentimiento generalizado de abandono institucional.

“Pagamos predial, pagamos agua, pagamos tenencia. Todo lo que nos piden lo damos, pero ¿y ellos? No cumplen ni con tapar un bache”, comenta indignado Don Ernesto, comerciante de la zona, mientras señala los agujeros que cubren ambos sentidos de la vía.

La Ruta Maya no es una calle cualquiera. Conecta la avenida Pablo Silva García, una de las más transitadas de Villa de Álvarez, con el libramiento Griselda Álvarez y con el camino a Rancho de Villa y Coquimatlán. Su deterioro impacta directamente en la movilidad de cientos de familias que a diario transitan por ahí para ir a trabajar, llevar a sus hijos a la escuela o realizar sus actividades cotidianas.

Los vecinos advierten que los baches no distinguen entre asfalto y empedrado. Aseguran que el problema ha sido reportado en múltiples ocasiones, pero los gobiernos municipales se limitan a echar culpas sobre la delimitación territorial. Mientras tanto, son los ciudadanos quienes pagan las consecuencias con llantas ponchadas, suspensiones rotas y mayor inseguridad vial.

“La calle ya está intransitable. Hemos pensado cerrar el paso con llantas o piedras para ver si así vienen a vernos”, dice Martha, madre de dos pequeños que deben caminar todos los días por la zona para ir a la escuela.

Los residentes hacen un llamado urgente a que ambas administraciones municipales dejen de lado los trámites burocráticos y coordinen una reparación integral, pues no se trata solo de una vía dañada, sino de un símbolo del olvido que enfrentan muchas colonias fuera de los grandes centros urbanos.