Dentro del partido de Morena se encuentran una fricción entre candidatos, que ante cámaras fingen amistad y cordialidad, mientras que por detrás hacen lo imposible para sabotear sus campañas políticas. 

El escenario político en Michoacán se ve envuelto en turbulencia, con recientes revelaciones que evidencian las tensiones dentro del partido Morena. Juan Carlos Barragán, diputado local por Morena en Michoacán, ha generado controversia al hacer hasta lo imposible para evitar que su compañero de partido, Carlos Torres Piña, se inscriba como candidato a la alcaldía de Morelia.

Los despliegues de Barragán para bloquear la candidatura de Torres Piña son un reflejo de los conflictos internos que prevalecen en el partido. A pesar de los esfuerzos del diputado por obstaculizar la participación de su colega, Torres Piña no ha dudado en afirmar que ha mantenido reuniones con diversos cuadros dentro de Morena, incluyendo a Juan Carlos Barragán Vélez.

Esta situación arroja luz sobre la complejidad del panorama político, donde los intereses individuales y los juegos de poder pueden entorpecer el proceso democrático. La lealtad partidista parece tambalearse frente a ambiciones personales, dejando entrever un escenario marcado por la intriga y la discordia interna. Cuestionando si el partido Morena es una buena opción, ya que sus propios miembros parecen no saber trabajar en equipo y de esta manera solo se espera malos manejos por parte de ellos.  

En un momento crucial para el partido y para el proceso electoral en Michoacán, estas tensiones podrían tener repercusiones significativas en la cohesión y la efectividad de Morena como fuerza política. Mientras tanto, la ciudadanía observa con atención cómo se desarrollan los acontecimientos, esperando claridad y transparencia en un proceso que debería ser un ejemplo de democracia y unidad partidista.